At the end of the day ▬ Libre

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Libre · Diciembre 27 · Caldero Chorreante · Día Gélido

El invierno llegó y, no mucho tiempo después, las vacaciones de invierno. Tener a mis hijos en casa era una gran alegría, al igual que lo era por fin poder pasar un tiempo con mi esposo. Me encantaba poder prepararles el desayuno, darles un beso de buenas noches aunque se quejasen por ser mayores para eso; poder dormir con la calidez de Neville a mi lado. Todas esas eran algunas de las cosas que extrañaba mientras ellos estaban en el colegio y yo me quedaba sola en ese enorme local. No me disgustaba estar a cargo, de hecho era algo que disfrutaba en demasía, pero en ocasiones podía llegar a sentirme un poco sola sin la compañía de mi familia. La Navidad había sido un par de días atrás y había estado llena de regalos, sonrisas y alegrías; aunque también indicaba que el regreso de todos al Hogwarts se acercaba peligrosamente.

Aquella mañana Neville propuso llevar a Alice y Frank a comprar abrigos, a lo que accedí, pues la tienda de Madame Malkin no estaba demasiado lejos. No podría acompañarlos pues, por el mismo hecho de las vacaciones, el trabajo en el Caldero Chorreante se había incrementado con respecto a otras temporadas, la necesidad por una comida caliente o una bebida tibia era algo que imperaba durante esta época del año, y a para mí eso significaba no parar hasta entrada la noche. Me preparé y comencé a supervisar que todo estuviese en orden para la apertura, después de desayunar ellos salieron a ejecutar el plan, dejándome mientras atendía a los comensales; saludaba una y otra vez, con una sonrisa amable siempre enmarcando mi rostro. Algunas veces me encontraba con personas conocidas, en otras añadía a alguna a mi lista de visitantes habituales. Por mucho que me disgustase a todos se les debía dar igual trato, incluso a aquellos que llegaban demandando y dando trompicones por donde pasaban. No había existido mucha actividad por parte del grupo del que formaba parte, y era natural dado que muchos actuaban en secreto de sus familias y no parecía pertinente hacer algo que llamase mucha la atención. El sólo pensar que Neville descubriese todo antes de tiempo me estremecía. Llegaría un momento en el que debería soltar todo y lo sabía, pero ese día no había llegado.