The girl who waited

Alexandra no es una de esas chicas de fuerte carácter y personalidad arrolladora que deja impresionado a todo el que se cruza con ella. No. Alexandra es una chica tímida, que intenta camuflarse en las sombras, no llamar la atención y permanecer en un permanente segundo plano. No busca honores ni glorias, sólo vivir su vida y que la dejen que así sea. Es una chica que disfruta con las cosas sencillas como las tardes de diciembre en las que los terrenos están nevados y la cabaña del guardabosques parece estar espolvoreada por azúcar glasé, o tomar una taza de chocolate caliente mientras lee algún libro que acaba de descubrir en la biblioteca. Y no es que sea una empollona, pero la necesidad de perfeccionar todo lo que hace la lleva a exigirse siempre más. Alexandra odia algunas cosillas por ser totalmente opuestas a ella, como es el elitismo (Alex se ha criado en una familia que ha vivido siempre apurada para llegar a fin de mes y considera que la humildad es imprescindible).
La familia es lo que ha hecho de Alex lo que es hoy día. Siempre ha podido contar con su apoyo fuese para lo que fuese, a pesar de que poco a poco se ha ido desmoronando. Ellos le explicaron lo importante de escuchar a los demás, de aprender lo que los otros dicen, de no dejar nunca de lado los deseos propios pero no anteponerlos a los demás. Y el que más le enseñó fue James, su hermano. Desde que él fue encarcelado, Alexandra se ha vuelto algo más retraída, dejando de hablar de su familia y escondiendo toda la historia para ella misma lo que la está matando poco a poco por dentro.