Back Home - James S. Potter

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Sábado de Diciembre, algunos días antes de Navidad - 7:00 pm - En la Madriguera

Apenas puso pie en la grandísima estructura de madera, su abuela se le lanzó básicamente encima, rodeándola con sus brazos hasta casi afixiarla. La pelirroja ciertamente devolvió el abrazo con emoción, hacía meses que no veía a la abuela Molly, pero finalmente acabó quejándose de que la estaba dejando sin aire. Cuando la mujer la soltó, la cara de Lily estaba tan roja como su cabello debido al sofocamiento momentaneo y su gorro había acabado en el suelo, a un lado de sus pies. "También me alegro de verte, abuela" Sonrió la menor de los Potter y, en el mismo instante, su abuelo acudió al salón para saludarla también. Una vez acabadas las usuales preguntas como " ¿Cómo van las clases?" "¿Y los exámenes?" "¿Y el novio?" a las cuales Lily se limitó a contestar entre carcajadas, Molly se la llevó a la cocina, llenándola de toda la comida nutritiva que se había perdido durante su estadía en Hogwarts. La abuela se apresuró a aclarar que, si bien los elfos le caían especialmente bien y cocinaban de maravilla, no había nada mejor para su nieta que un tentempié hecho con amor y dedicación. La bruja menor asintió y se apresuró a probar los pasteles de calabaza que estaba preparando, a sabiendas de que no había mejor cocina en el mundo entero que la de su abuelita. Y no era por presumir, simplemente era la más pura verdad. Hasta Merlín lo sabía, allí donde fuera que estuviera.

Justo cuando Lillian estaba colocando uno de los cientos de vasos sobre la mesa, un crepiteo de la chimenea la distrajo, casi provocando que el cristal se estrellara contra el suelo. Sabía que varios de sus familiares llegarían para cenar, era la primera cena en familia desde que habían iniciado las clases. Se apresuró a apoyar las copas y se asomó por la puerta de la cocina, intentando ver quién había llegado. La figura de su hermano mayor apareció en medio del comedor de la Madriguera y los ojos de Lily brillaron con emoción. ¡Hacía cuanto que no veía a James! Se adentró en la Sala de Estar y lo tomó por sorpresa, dándole un gran abrazo. Más le valía practicar para cuando la abuela Molly fuera incapaz de darlos. Es que la chica Potter no era una muchacha de demasiado contacto físico, pero su familia era la gran excepción. Bueno, de vez en cuando. —¡Jamsie!— Cuando se apartó, pudo notar el casi imperceptible paso de los meses en el rostro del muchacho, y fue ahí cuando recordó que no había devuelto su última lechuza. Le pegó suavemente en el hombro y, al ver su cara de confusión, se apresuró a aclarar. —¡Jamás me contestaste mi carta! ¡Simplemente te pedía algun consejo para un genial movimiento! ¡Quería asombrar a todos en la última práctica antes de las vacaciones!— Soltó y se puso las manos en la cadera, aparentemente más enojada de lo que en realidad estaba. —De todas formas, he estado espléndida, como siempre, pero me hubiera gustado un poco de tu ayuda, idiota.— Y así era Lily, ningún "¡Eh! ¿Como te va en la Academia" o "¿Qué me cuentas?", no, simplemente soltaba lo primero que se le pasaba por la cabeza.

Llegaba tarde, llegaba tarde y era consciente de que al otro lado de la chimenea me esperaría un buen tirón de orejas por parte de la Abuela Molly. La verdad es que casi se me olvida que la reunión sería ese día, me había alejado bastante del núcleo familiar, desde que empecé la Academia y me mudé, apenas veía a mis padres, apenas veía a mis hermanos y a veces resultaba duro, intentaba volver a casa cada vez que las clases me lo permitían pero me sabía a poco. Aparecí en la cocina de la Madriguera y la Abuela me estaba esperando. La edad se le notaba, pero seguía siendo una mujer con una vitalidad admirable, que conseguía unir a una familia que daba miedo de lo grande que era. Parecía algo molesta por mi tardanza, pero aún así sonreía, mi abuela siempre sonreía. Apenas me dio tiempo a saludar a la Abuela cuando Lily apareció por la puerta y se lanzó a mis brazos.

Pesaba, había crecido, no me gustaba que mi hermanita creciese. "Ya es prácticamente una mujer" pensé, sonriendo nostálgicamente. Besé su mejilla, siendo consciente de que le pincharía, dado que llevaba unos tres días sin afeitarse. Su hermana siempre había sido la principal razón por la que había aguantado las continuas discusiones con Albus y lo bonito es que Lily era como Suiza. Comentó algo sobre una carta, que yo apenas recordaba. ¿Una acrobacia? Ah, sí.- Confiaba en que pudieses encargarte de eso sola, tienes talento natural.- Le dije mientras miraba por todos lados, en busca de un trozo del delicioso pastel de calabaza de la Abuela Weasley. Encontré uno y me lo metí en la boca.- ¿Te has echado ya algún novio al que pueda martirizar?- Dije con la boca llena. Lo decía medio en broma medio enserio, suponía que aceptaría cuando Lily empezase a salir con alguien, pero la verdad es que prefería que ese momento se retrasase lo máximo posible, lo que sí tenía claro es que no permitiría que le rompiesen el corazón.

- Anda que me escribes para saber como estoy.- Dije, volviendo al tema anterior.- Pero estoy bien, gracias.- Tragué el pastel.- ¿Y Papá y Mamá?- Le pregunté, me había extrañado bastante no ver a Mamá allí en la cocina, ayudando a la Abuela, se me hacía raro la verdad, ver la Madriguera tan tranquila, no sonaba el más mínimo ruido y eso era... Perturbador.- ¿Ha llegado alguien? ¿Por qué todo el mundo tan callado?- Dije mientras cogía otro trozo de pastel, intentando que la abuela no me viese.