it's golden again {Scorpius}

Aquel día no había clase, por lo que me había decidido a dar una vuelta por el castillo a ver si encontraba algo interesante que hacer. Albus no estaba en su cama por lo que supuse que andaría en cualquier otra sala común en buena compañía o en otro sitio pero cumpliendo siempre el segundo requisito. Mi padre le odiaba tanto como me odiaba a mi, pero la verdad es que yo no le veía como el error más grande de mi vida, sino como una paranoia de mi padre por miedo a perder como lo hizo el abuelo. En ocasiones tenía la clara convicción de que aquello de la guerra era una completa estupidez, a mi me daban exactamente igual los hijos de muggles, pero con el tiempo y lo que me había enseñado, me dediqué a odiarlos o por lo menos a aparentar desprecio por cada uno de ellos. Por supuesto no conté que mi mejor amigo era considerado traidor por mi padre. Resoplé una vez más hasta que me di cuenta que estaba en la planta baja y había bastante movimiento a mi alrededor. No me extrañaba, llevaba seis años en la escuela y sabía que cuando no había clases todo el mundo parecía revolucionarse.

Caminé un poco más hacia el lugar donde se escuchaba el ruido y pude ver como una luz se acercaba con decisión, estaba seguro de que yo no era el único que escuchaba el ruido de aquellos alumnos noctámbulos, si no que algún profesor también se habría percatado. Me acerqué un poco más y pude distinguir una cabellera rubia que reconocía, así que agarré su mano y comencé a andar rápido.-A cualquier sitio donde no haya un profesor.-dije con tranquilidad contestando a su pregunta. No me apetecía que me quitasen todos los puntos de la casa porque me habían pillado fuera de la cama a aquellas horas, como si fuese un atolondrado alumno de primero que temía porque le echasen del colegio. Pensé en lo gracioso que sería ver la cara de mi padre si le decía que me habían expulsado. Ni en el peor de sus sueños.

Seguí un rato más hasta que me di cuenta que nos pillarían fuésemos por donde fuésemos, así que me metí en el único lugar donde sabía que no mirarían: el escobero. Solo había estado en aquel pequeño habitáculo dos veces, y ninguna con la intención de esconderme. Miré de nuevo a la rubia con media sonrisa pícara y tiré hacia adentro tal y como su suave golpe me hizo entender. - Que acogedor...-dije divertido. Me dejé caer sobre un sobresaliente que había justo en una esquina. No había ventanas y únicamente una luz alumbraba la estancia, una que era suficiente para que pudiese ver el rostro de mi acompañante. La miré de nuevo cuando su voz con aquel marcado acento francés volvió a resonar en el lugar.-¿Y para qué quieres regresar? Tienes mi maravillosa compañía y un lugar cálido.-bromeé.