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Porque la vida se nos va de las manos (Gabriel S.)
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Porque la vida se nos va de las manos (Gabriel S.)
Me encontraba en la torre de Astronomía en un perfecto día de sábado, podía observar con claridad el cielo y como el territorio de Hogwarts era atacado por la nueva estación; el otoño era una de mis estaciones favoritas, de hecho, todas las estaciones me encantaban… cada una tenia cierto aire majestuoso que llegaba a embelesarme con facilidad. Hacia un poco de frió y estar en una torre no era la mejor idea para escapar del clima, pero el viento que se colaba por el lugar y la tranquilidad que se daba me daban cierta calma que me permitía pensar con claridad y permanecer en un estado laxo donde no me era posible sentir algo; podía evitar de esta forma el volverme loca o histérica por la reciente noticia que marcaría mi vida, la noticia que estaba evitando desde que tenía uso de la razón.
Saque la carta del bolsillo del saco que tenia puesto y abrí el pergamino en mal estado, lo había leído tantas veces que el papel estaba a punto de romperse; en este, mis padres daban a conocer que un joven sangre pura había sido seleccionado para ser mi futuro esposo. Una forma más educada de decir que habíamos sido elegidos de una gran variedad de opciones para procrear y aumentar la riqueza entre las dos familias, era un acto que me desagradaba demasiado por el simple hecho de que mi vida parecía ser más un negocio que otra cosa, donde se nos trataba como objetos para un “bien común”. Lo peor de todo es que ese chico resultaba ser un buen amigo mío desde hace años, Gabriel, honestamente nunca me lo había esperado; pero todo tenia lógica, puro, perteneciente a Slytherin, una imagen de chico apuesto y una actitud demasiado confiada. Aparentemente esos eran los requisitos que se buscaban para mi “hombre perfecto” según mis progenitores.
Gracias a esto, había estado evitando a Gabriel desde la última semana, el mismo día en que la lechuza llego con la carta al Gran Comedor; no quería verlo porque temía que el hecho reciente cambiara mi forma de pensar en él, o lo que más me temía, que él cambiara su actitud hacia mi persona para peor. Era preciado para mí, pero no podía considerarlo como una futura pareja para formar una familia; no era lo mío ser una purista que sigue las tradiciones a pie de letra, nunca fue mi estilo. Por eso estaba ahí en la torre, porque gracias a ese lugar estaba más calmada y me sentía con la seguridad suficiente para hablar con él; por lo que esa mañana le había enviado una lechuza para que nos encontráramos, aun no sabía si a él se le había notificado del compromiso, pero era más que seguro que sí. Era importante el hablar, porque era un tema delicado que debíamos tratar con cuidado, tampoco era una idea amena el que mis padres me desheredaran porque me negaba a casarme con él; pero tampoco quería vivir con el pensamiento constante de que me tenían controlada y comiendo de la mano.
Saque la carta del bolsillo del saco que tenia puesto y abrí el pergamino en mal estado, lo había leído tantas veces que el papel estaba a punto de romperse; en este, mis padres daban a conocer que un joven sangre pura había sido seleccionado para ser mi futuro esposo. Una forma más educada de decir que habíamos sido elegidos de una gran variedad de opciones para procrear y aumentar la riqueza entre las dos familias, era un acto que me desagradaba demasiado por el simple hecho de que mi vida parecía ser más un negocio que otra cosa, donde se nos trataba como objetos para un “bien común”. Lo peor de todo es que ese chico resultaba ser un buen amigo mío desde hace años, Gabriel, honestamente nunca me lo había esperado; pero todo tenia lógica, puro, perteneciente a Slytherin, una imagen de chico apuesto y una actitud demasiado confiada. Aparentemente esos eran los requisitos que se buscaban para mi “hombre perfecto” según mis progenitores.
Gracias a esto, había estado evitando a Gabriel desde la última semana, el mismo día en que la lechuza llego con la carta al Gran Comedor; no quería verlo porque temía que el hecho reciente cambiara mi forma de pensar en él, o lo que más me temía, que él cambiara su actitud hacia mi persona para peor. Era preciado para mí, pero no podía considerarlo como una futura pareja para formar una familia; no era lo mío ser una purista que sigue las tradiciones a pie de letra, nunca fue mi estilo. Por eso estaba ahí en la torre, porque gracias a ese lugar estaba más calmada y me sentía con la seguridad suficiente para hablar con él; por lo que esa mañana le había enviado una lechuza para que nos encontráramos, aun no sabía si a él se le había notificado del compromiso, pero era más que seguro que sí. Era importante el hablar, porque era un tema delicado que debíamos tratar con cuidado, tampoco era una idea amena el que mis padres me desheredaran porque me negaba a casarme con él; pero tampoco quería vivir con el pensamiento constante de que me tenían controlada y comiendo de la mano.
Re: Porque la vida se nos va de las manos (Gabriel S.)
Recibir la lechuza de Adhara lo había sorprendido, no entendía porque tenía que decirle que quería verlo aquella tarde mediante aquel pájaro pero su mejor amiga llevaba una semana muy extraña con él. ¿Qué mandrágoras le sucedería? Quería preguntarle pero las veces que había sacado el tema a relucir ella había esquivado la respuesta con evasivas, algo que le llevaba a pensar que quizá él tenía algo que ver. Respondió de inmediato su mensaje y se fue a desayunar. ¿Otra carta? La abrió sin mirar siquiera de quien era, pensando que sería la slytherin diciéndole algo sobre lo que él había puesto, sin embargo lo que leyó fue capaz de borrar su habitual sonrisa y de quitarle completamente el apetito. ¿Prometido? ¿Con Adhie? ¿Él? Aquello tenía que ser una broma, una de muy mal gusto, estaba seguro de que Marcus estaba detrás de todo eso. Revisó el remitente y frunció el ceño al ver el sello de su familia, el que ni él ni Marcus ni Steele tenían en el castillo. Era real.
Guardó la carta, completamente arrugada en su bolsillo y contuvo las ganas de quemarla o de tirarla. Joder, joder y joder . Aquello era una mierda, no porque Adhara le cayera mal, era su mejor amiga, sino porque él no quería ningún compromiso, menos aún con ella, la castaña era como su hermana por más que algunas veces le coqueteara, lo hacía en broma y ambos lo sabían. No estaban hechos para estar juntos y ambos eran conscientes de eso, seguramente por ese motivo Adhara había estado tan distante. Por cosas como esas Gabriel odiaba tener que seguir los estigmas de su familia, sangre pura, era una chorrada, lo sabía desde bien pequeño. Por suerte, su familia nunca se había metido en los problemas de los puristas ingleses, siempre se habían mantenido al margen. Gabriel no podía decir si las clases del día habían transcurrido con normalidad o había habido algún incidente, lo único que quería era que la tarde llegara para ir a hablar con la serpiente.
Corría por los pasillos sin pararse a saludar a nadie, estaba seguro de que la castaña etaría ya en la Torre de Astronomia cuando el llegara. Subió los escalones de dos en dos y solo se paró para tomar aire antes de subir el último tramo de escaleras. - ¿Adhie? – preguntó entrando y mirando a su alrededor, esbozó una pequeña sonrisa al verla y se colocó a su lado – Me ha llegado la carta esta mañana – dijo sin más, sacándose la carta del bolsillo y entregándosela a la chica. ¿Qué se suponía que tenían que hacer? Él no la quería de esa manera, él tenía miedo al compromiso y huía de él, y ahora sus padres lo encadenaban a alguien, a alguien que lo conocía tan bien como su propio gemelo, tenía que ser una broma.
Guardó la carta, completamente arrugada en su bolsillo y contuvo las ganas de quemarla o de tirarla. Joder, joder y joder . Aquello era una mierda, no porque Adhara le cayera mal, era su mejor amiga, sino porque él no quería ningún compromiso, menos aún con ella, la castaña era como su hermana por más que algunas veces le coqueteara, lo hacía en broma y ambos lo sabían. No estaban hechos para estar juntos y ambos eran conscientes de eso, seguramente por ese motivo Adhara había estado tan distante. Por cosas como esas Gabriel odiaba tener que seguir los estigmas de su familia, sangre pura, era una chorrada, lo sabía desde bien pequeño. Por suerte, su familia nunca se había metido en los problemas de los puristas ingleses, siempre se habían mantenido al margen. Gabriel no podía decir si las clases del día habían transcurrido con normalidad o había habido algún incidente, lo único que quería era que la tarde llegara para ir a hablar con la serpiente.
Corría por los pasillos sin pararse a saludar a nadie, estaba seguro de que la castaña etaría ya en la Torre de Astronomia cuando el llegara. Subió los escalones de dos en dos y solo se paró para tomar aire antes de subir el último tramo de escaleras. - ¿Adhie? – preguntó entrando y mirando a su alrededor, esbozó una pequeña sonrisa al verla y se colocó a su lado – Me ha llegado la carta esta mañana – dijo sin más, sacándose la carta del bolsillo y entregándosela a la chica. ¿Qué se suponía que tenían que hacer? Él no la quería de esa manera, él tenía miedo al compromiso y huía de él, y ahora sus padres lo encadenaban a alguien, a alguien que lo conocía tan bien como su propio gemelo, tenía que ser una broma.
Re: Porque la vida se nos va de las manos (Gabriel S.)
Si que me hacía falta ver su rostro después de tantos días de estar sin su amistad constante, su pequeña sonrisa me contagio y solo pude devolvérsela por leves segundos hasta el momento en que había mencionado que su carta había llegado; la tome entre mis manos y la deje sobre la mía para poder leerla con claridad, era prácticamente lo mismo. Palabras vacías, órdenes estrictas y una nueva noticia que solo nos forzaba a tener una vida ya compuesta para el futuro; para ellos era un suceso encantador y satisfactorio, tan ajeno a lo que podía llegar a sentir. Gire mi rostro hacia su dirección y vi su cara para intentar descifrar que era lo que pensaba de todo esto, era obvio que bien podía conocer todo lo que le gustaba y disgustaba, esto no era de su agrada por su puesto; pero no podía era eso el propósito por el que estábamos aquí, lo ideal era hablar y enfrentar el problema lo mejor posible.
Doble la carta y se la devolví junto a la mía, no me importaba si la leía, simplemente no la quería tener más tiempo junto a mi; recosté los brazos sobre el barandal y con la mirada perdida en el horizonte me mantuve en una serenidad irreal – Adhara Spoto – sonreí un poco tras haber hablado en un susurro, ya podía imaginar todo lo que pasaría en un par de años y era tan abrumador que hacía que mi pecho doliese; podía imaginar las palabras amenas de mis padres y las felicitaciones, tan hipócritas que me enfermaban – No me gusta cómo suena eso – le mire esperanzada una vez más esperando a que dijese algo, que estaba conmigo y me apoyaba en la idea de que mi nombre no iría acorde con su apellido porque sonaba ridículo, esperaba alguna de su bromas o una reacción típica de él; algo que me demostrara que todo estaría bien y que esto no era más que un juego que podíamos superar, porque era evidente, que era demasiado cobarde para pasar por esto sola. O por lo menos, aun no poseía la madurez suficiente para tratarlo por mi cuenta y la verdad no quería hacerlo; era increíble pensar que yo era la mayor.
Me permití reír con burla, ocultando a la perfección mis sentimientos como se me había enseñado y a mantener una actitud relajada - ¿Sabes lo que harán tus admiradoras cuando sepan que estas comprometido y atado por la eternidad? – era lo único que se me ocurría para decir en el momento, porque como era usual, los comentarios tontos venían a lugar cuando más se necesitaban entre los dos – Me pedirán desesperadamente entre lagrimas que les de el honor de ser tus amantes, y como buena alma caritativa que soy, aceptare de inmediato de buena gana mientras les recomiendo buenos lugares para pasar una velada inolvidable – una situación hipotética y lejana a la realidad, mi cabeza aparentemente no trabajaba en su totalidad de forma racional y sabia perfectamente que Gabriel era mucho mejor que eso; que disfrutase de la compañía de señoritas era lo suyo definitivamente, pero definitivamente era una persona demasiado educada hasta donde se daba a conocer.
Doble la carta y se la devolví junto a la mía, no me importaba si la leía, simplemente no la quería tener más tiempo junto a mi; recosté los brazos sobre el barandal y con la mirada perdida en el horizonte me mantuve en una serenidad irreal – Adhara Spoto – sonreí un poco tras haber hablado en un susurro, ya podía imaginar todo lo que pasaría en un par de años y era tan abrumador que hacía que mi pecho doliese; podía imaginar las palabras amenas de mis padres y las felicitaciones, tan hipócritas que me enfermaban – No me gusta cómo suena eso – le mire esperanzada una vez más esperando a que dijese algo, que estaba conmigo y me apoyaba en la idea de que mi nombre no iría acorde con su apellido porque sonaba ridículo, esperaba alguna de su bromas o una reacción típica de él; algo que me demostrara que todo estaría bien y que esto no era más que un juego que podíamos superar, porque era evidente, que era demasiado cobarde para pasar por esto sola. O por lo menos, aun no poseía la madurez suficiente para tratarlo por mi cuenta y la verdad no quería hacerlo; era increíble pensar que yo era la mayor.
Me permití reír con burla, ocultando a la perfección mis sentimientos como se me había enseñado y a mantener una actitud relajada - ¿Sabes lo que harán tus admiradoras cuando sepan que estas comprometido y atado por la eternidad? – era lo único que se me ocurría para decir en el momento, porque como era usual, los comentarios tontos venían a lugar cuando más se necesitaban entre los dos – Me pedirán desesperadamente entre lagrimas que les de el honor de ser tus amantes, y como buena alma caritativa que soy, aceptare de inmediato de buena gana mientras les recomiendo buenos lugares para pasar una velada inolvidable – una situación hipotética y lejana a la realidad, mi cabeza aparentemente no trabajaba en su totalidad de forma racional y sabia perfectamente que Gabriel era mucho mejor que eso; que disfrutase de la compañía de señoritas era lo suyo definitivamente, pero definitivamente era una persona demasiado educada hasta donde se daba a conocer.
Re: Porque la vida se nos va de las manos (Gabriel S.)
Gabriel conocía a la pelirroja lo suficiente para saber que ella tampoco querría aquello, al menos eso creía, la sola idea de pensar en ellos dos como algo más que amigos le parecía bastante extraña, y no porque su amiga fuera fea, que no lo era, sino porque era una de las pocas mujeres con la que él era capaz de tener una relación sin pasársela pensando en su cuerpo o en si caería en sus redes o no si decidía intentarlo. Cogió ambas cartas y leyó la de ella, la información era casi la misma en ambas, sus padres se limitaban a informarles sobre la fantástica unión. ¡Ja! Si supieran la verdad seguramente se tirarían de los pelos, y eso que aún no había hecho lo más complicado ¿Cómo iba a contarle aquello a Marcus? Su hermano gemelo entraría en cólera, lo conocía, ambos eran bastante protectores con el otro, un todo desde prácticamente siempre y aquello desequilibraría la balanza.
Rió levemente al escuchar el nombre de ella junto a su apellido, la verdad era que no pegaba nada, quedaba bastante mal, al menos si era su Spoto. Era algo enfermizo ¿En qué siglo vivían que tuvieran que comprometerlos sin siquiera avisarlos antes? – ¿Pero qué dices? Mi apellido queda bien con todo, es tu nombre el que no pega – contestó medio sonriendo de lado, intentando quitarle importancia al asunto, ahora era capaz de entender porque ella había estado tan esquiva esos últimos días. La miró, intentando descifrar como se sentía realmente tras todas aquellas bromas, seguramente perdida, tal y como él estaba, además, de una manera u otra no le encontraba sentido a esa unión ¿Beneficio? Aquello era lo que sus padres habían puesto en la carta a modo justificación, eso y una enorme cantidad de comentarios alegres y de felicitaciones que nadie en casa debía sentir. Su hermana moriría de risa pero quizá podría serles de ayuda.
Dibujó una mueca de horror al escucharla ¿Ahora no podría ir por ahí ligoteando como había hecho hasta ahora? No, no podría, al menos no tan descaradamente. No porque quisiera guardarle eterna fidelidad a Adhara, después de todo era su mejor amiga por más que sus padres se empeñaran en convertirla en algo más, sino por la imagen que esta tendría si alguien llegaba a enterarse, la opinión de los demás era algo que a Gabriel no le importaba pero si a sus familias. - ¿Harías eso por mí? Desde luego serías la esposa perfecta, yo en cambio tendré que luchar contra todos tus admiradores porque querrán robarme tu atención – bromeó, era lo que hacían cuando tenían que afrontar algo juntos, dar rienda suelta al sarcasmo en forma de broma. Suspiró y la miró de reojo – Tendrás que ayudarme a contárselo a Marcus – dijo con la mirada clavada sobre ella, él votaba por decirle toda la verdad, contarle que no era algo que ambos quisieran, que era cosas de sus padres
Rió levemente al escuchar el nombre de ella junto a su apellido, la verdad era que no pegaba nada, quedaba bastante mal, al menos si era su Spoto. Era algo enfermizo ¿En qué siglo vivían que tuvieran que comprometerlos sin siquiera avisarlos antes? – ¿Pero qué dices? Mi apellido queda bien con todo, es tu nombre el que no pega – contestó medio sonriendo de lado, intentando quitarle importancia al asunto, ahora era capaz de entender porque ella había estado tan esquiva esos últimos días. La miró, intentando descifrar como se sentía realmente tras todas aquellas bromas, seguramente perdida, tal y como él estaba, además, de una manera u otra no le encontraba sentido a esa unión ¿Beneficio? Aquello era lo que sus padres habían puesto en la carta a modo justificación, eso y una enorme cantidad de comentarios alegres y de felicitaciones que nadie en casa debía sentir. Su hermana moriría de risa pero quizá podría serles de ayuda.
Dibujó una mueca de horror al escucharla ¿Ahora no podría ir por ahí ligoteando como había hecho hasta ahora? No, no podría, al menos no tan descaradamente. No porque quisiera guardarle eterna fidelidad a Adhara, después de todo era su mejor amiga por más que sus padres se empeñaran en convertirla en algo más, sino por la imagen que esta tendría si alguien llegaba a enterarse, la opinión de los demás era algo que a Gabriel no le importaba pero si a sus familias. - ¿Harías eso por mí? Desde luego serías la esposa perfecta, yo en cambio tendré que luchar contra todos tus admiradores porque querrán robarme tu atención – bromeó, era lo que hacían cuando tenían que afrontar algo juntos, dar rienda suelta al sarcasmo en forma de broma. Suspiró y la miró de reojo – Tendrás que ayudarme a contárselo a Marcus – dijo con la mirada clavada sobre ella, él votaba por decirle toda la verdad, contarle que no era algo que ambos quisieran, que era cosas de sus padres
Re: Porque la vida se nos va de las manos (Gabriel S.)
- Oh vamos, me quedare con el Baudelaire para no ensuciar tu bonito y delicado apellido– le hablaba con un tono actuado de sufrida por sus palabras, era bueno verlo así aunque ambos supiéramos la realidad de todo ¿Todo esto seguiría después de hoy? ¿Incluso cuando estuviéramos en sociedad? Era imposible a mi pensar, teníamos que ser unidos de otra forma para dar a conocer el acto a la perfección y eso me era de un disgusto grande; tan solo el pensar que debía besarle o procrear para mantener el linaje me provocaba arrugar la nariz de incomodidad, no me creía capaz de hacer eso. Menos teniendo en cuenta que poseía el rostro de la persona por la cual había llegado a sentir más que una amistad… algo de lo que me había dado cuenta tarde, mejor dicho, lo que quise aceptar tarde; ahora no tenía punto todo lo que sintiera, pero lamentaba que se hubieran equivocado de gemelo. Aunque quisiera a Gabriel mucho, no me hubiera sentido de esta forma si hubiera sido Marcus el elegido para comprometerse conmigo; estaba segura queme encontraría más dichosa y segura, no preocupada y a punto de llorar.
No pude evitar soltar una carcajada al ver el rostro de Marcus ante mi comentario, me era difícil parar porque me faltaba enormemente reír últimamente, y definitivamente una de las personas que podía lograr eso fácilmente era Gabriel – Claro que soy perfecta, querido amigo, tienes tanta suerte de tenerme a tu lado para toda la eternidad – amaba este juego, de falsos personajes y suposiciones alejadas a la realidad, solo podía actuar como una niña preponte y egocéntrica para seguirle la dinámica - Tal vez podamos juntar a mis fanáticos con tus admiradoras y hacer un harem, veras cuanto nos divertiremos Gabo ¿Quién dice que el matrimonio debe ser aburrido? – le regale una sonría amplia y esperaba una de vuelta, la idea tan descabellada como era, de seguro que le daría tanta gracia como a mí; al menos podía sentir como el pasado venia nosotros con tal facilidad que era un alivio, si, definitivamente Gabriel era un buen compañero y amigo.
Al momento en que termino de hablar gire mi rostro hacia su dirección de manera brusca y rápida, pude ver en sus ojos determinación y yo solo pude hacer un gesto de debilidad – Por favor no, Gabriel – Mi vos había salido en un susurro, sentía una presión en mi pecho y como las lágrimas empezaban a acumularse en mis ojos; tan solo pude acercarme a él para tomar su mano con fuerza y armarme del poco valor que poseía en ese instante respirando pesadamente sin apartar la vista de su cara – No puedo hacerlo… no a él – Gabriel no sabía lo que sentía por Marcus, no quería divulgar mi pequeño y único secreto porque no deseaba arruinar las cosas; pero como ahora todo era diferente, me sentía en la obligación de decirle, por más que doliera necesitaba que Gabriel me comprendiese. Que esto era lo más difícil que había hecho hasta el momento. – Yo amo a Marcus – eran las palabras más difíciles e importantes que había pronunciado en la vida.
No pude evitar soltar una carcajada al ver el rostro de Marcus ante mi comentario, me era difícil parar porque me faltaba enormemente reír últimamente, y definitivamente una de las personas que podía lograr eso fácilmente era Gabriel – Claro que soy perfecta, querido amigo, tienes tanta suerte de tenerme a tu lado para toda la eternidad – amaba este juego, de falsos personajes y suposiciones alejadas a la realidad, solo podía actuar como una niña preponte y egocéntrica para seguirle la dinámica - Tal vez podamos juntar a mis fanáticos con tus admiradoras y hacer un harem, veras cuanto nos divertiremos Gabo ¿Quién dice que el matrimonio debe ser aburrido? – le regale una sonría amplia y esperaba una de vuelta, la idea tan descabellada como era, de seguro que le daría tanta gracia como a mí; al menos podía sentir como el pasado venia nosotros con tal facilidad que era un alivio, si, definitivamente Gabriel era un buen compañero y amigo.
Al momento en que termino de hablar gire mi rostro hacia su dirección de manera brusca y rápida, pude ver en sus ojos determinación y yo solo pude hacer un gesto de debilidad – Por favor no, Gabriel – Mi vos había salido en un susurro, sentía una presión en mi pecho y como las lágrimas empezaban a acumularse en mis ojos; tan solo pude acercarme a él para tomar su mano con fuerza y armarme del poco valor que poseía en ese instante respirando pesadamente sin apartar la vista de su cara – No puedo hacerlo… no a él – Gabriel no sabía lo que sentía por Marcus, no quería divulgar mi pequeño y único secreto porque no deseaba arruinar las cosas; pero como ahora todo era diferente, me sentía en la obligación de decirle, por más que doliera necesitaba que Gabriel me comprendiese. Que esto era lo más difícil que había hecho hasta el momento. – Yo amo a Marcus – eran las palabras más difíciles e importantes que había pronunciado en la vida.
Re: Porque la vida se nos va de las manos (Gabriel S.)
Satirizar las situaciones difíciles era algo que Gabriel solía hacer, bromeaba sobre ellas cuando no tenía idea alguna de que hacer para salir del lío en el que se encontraba, aunque por norma general era él solito quien se metía en ellos y no sus padres quienes lo metían dentro. – Así me gusta, Adhara, que comprendas lo verdaderamente importante aquí – dijo guiñándole un ojo a la Slytherin, eran pequeñas bromas, tonterías sin sentido alguno que parecía que a ambos les ayudaban a sobrellevar la situación. Ya tenía mala suerte, eran dos hermanos, dos gemelos ¿Por qué habían tenido que comprometerlo a él? ¿Por qué no a Marcus? Vale, no era que le deseara aquello a su hermano gemelo, pero no podía evitar sentir un poco de envidia. Él quería seguir siendo libre, quería poder disfrutar de la vida y decidir con quien compartir la suya si en algún momento caía en la trampa mortal que suponía el amor. No quería casarse con Adhara, no quería fingir por el resto de sus días que amaba de manera no fraternal a su mejor amiga ¡Si era como su hermana! Porque siendo sinceros, eso era Adhara para él, una hermana más a la que cuidar.
Soltó una carcajada al escuchar su respuesta, definitivamente Gabriel nunca se aburría estando con Adhara, era imposible pues a la mínima oportunidad uno de los dos soltaba una broma que hacía que el otro estallara en risas. – Ya lo creo, solo tu serías capaz de soportarme para siempre – agregó haciéndole una reverencia, divertido por completo ante la broma que estaban sacando de la desastrosa situación en la que los habían metido. – La idea me seduce por momentos – murmuró el chico sonriendo de lado, un harem, total, si ambos estaban de acuerdo no podrían decirles nada ¿no? – Los que han vivido la experiencia lo dicen – contestó divertido, era cierto ¿Acaso no había una canción que decía algo así como “Te casaste, la cagaste”? Pues sería por algo.
Frunció levemente el ceño al escuchar su petición ¿Qué no se lo contara a Marcus? ¿Cómo pretendía que no lo hiciera? Su gemelo era capaz de adivinar cuando le escondía algo a quilómetros y acabaría enterándose de algo así, ya fuera por ellos o por sus padres. - ¿Estás enamorada de mi hermano? – preguntó sorprendido y horrorizado a la vez. Si era así iban a haber más problemas de los que él había pensado, aunque por otra parte quizá se solucionara todo mucho más fácil – Bueno, pues si es así es cuestión de enviarles una carta a nuestros padres diciéndoles que mejor cambias al gemelo con el que te casas y ya está – propuso, no él no servía para ayudar a alguien anímicamente, además de que no estaba seguro de si se trataba de una broma o era cierto lo que su mejor amiga le estaba contando - ¿Y Marcus siente algo por ti? – le preguntó curioso, tendría que hablar a solas con su gemelo, a ser posible antes de que se enterara de todo aquello del compromiso.
Soltó una carcajada al escuchar su respuesta, definitivamente Gabriel nunca se aburría estando con Adhara, era imposible pues a la mínima oportunidad uno de los dos soltaba una broma que hacía que el otro estallara en risas. – Ya lo creo, solo tu serías capaz de soportarme para siempre – agregó haciéndole una reverencia, divertido por completo ante la broma que estaban sacando de la desastrosa situación en la que los habían metido. – La idea me seduce por momentos – murmuró el chico sonriendo de lado, un harem, total, si ambos estaban de acuerdo no podrían decirles nada ¿no? – Los que han vivido la experiencia lo dicen – contestó divertido, era cierto ¿Acaso no había una canción que decía algo así como “Te casaste, la cagaste”? Pues sería por algo.
Frunció levemente el ceño al escuchar su petición ¿Qué no se lo contara a Marcus? ¿Cómo pretendía que no lo hiciera? Su gemelo era capaz de adivinar cuando le escondía algo a quilómetros y acabaría enterándose de algo así, ya fuera por ellos o por sus padres. - ¿Estás enamorada de mi hermano? – preguntó sorprendido y horrorizado a la vez. Si era así iban a haber más problemas de los que él había pensado, aunque por otra parte quizá se solucionara todo mucho más fácil – Bueno, pues si es así es cuestión de enviarles una carta a nuestros padres diciéndoles que mejor cambias al gemelo con el que te casas y ya está – propuso, no él no servía para ayudar a alguien anímicamente, además de que no estaba seguro de si se trataba de una broma o era cierto lo que su mejor amiga le estaba contando - ¿Y Marcus siente algo por ti? – le preguntó curioso, tendría que hablar a solas con su gemelo, a ser posible antes de que se enterara de todo aquello del compromiso.
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