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Veni vidi vici [Halsten Vagnes]
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Veni vidi vici [Halsten Vagnes]
❝ Veni vidi vici
Septiembre · Hogwarts · Mazmorras · Mediodía
Por un error de cálculo un poco lamentable de mi parte, acabé en la zona que mis amigos me habían aconsejado no visitar: las mazmorras vacías, propiedad de los Slytherin. Era bastante conocido que la mayoría de los alumnos con túnicas esmeraldas apoyaban los ideales de la organización conocida como Caballeros de Walpurgis, y los que no, siempre les levantaba el ánimo patear el inocente trasero de algún pobre mestizo o sangre sucia que se cruzara por sus caminos. Yo, en un intento de portarme como una chica decente y educada, que ni los profesores creían, evitaba esos lugares lo mejor que podía, dando largos y cansados rodeos para poder llegar a las clases o escabulléndome por pasillos prohibidos para no encontrarme cara a cara con aquellos que podrían lanzarme maldiciones sin sentir remordimiento, pero justo ese día se me había hecho un poco tarde en la clase de Pociones y había salido detrás de todo el alumnado, perdiendo la oportunidad de confundirme con la masa.
Y, si mi suerte no podía empeorar, tenía que entregarle mi trabajo escrito al profesor, que había salido corriendo del aula como si hubieran anunciado que los elfos habían preparado un buffet especial digno de Merlín, y ahora estaba perdida y deambulando por los solitarios pasillos, a la espera de que un milagroso letrero anunciara con letras grandes y de color neón “Despacho del profesor de Pociones”. Pero bueno, la vida no es como uno espera y tampoco es una máquina de conceder deseos. Cansada, me senté junto a una de las grandes paredes de húmeda e incómoda piedra, meditando en la cantidad de líos que me había metido.
- No puedo estar tan lejos de la salida, llevo seis años aquí y es patético que me pierda
Suspiré, mirando hacia una esquina que probablemente me llevaría a otro callejón sin salida que sería igual de imposible de superar. Desee tener mi paquete de cigarrillos conmigo, porque así al menos mataría al tiempo con una linda intoxicación por monóxido de carbono, pero el director me había comentado que fomentar ese tipo de adicción tan… mugglesca era repulsivo, por lo que estaba confinada a disfrutar de mi buena dosis de nicotina a solas en mi cuarto. Lo único que me quedaba era seguir dándole vueltas a este laberinto de Dédalo, esperando milagrosamente encontrar la salida y no a un horroroso minotauro peludo y sin bañarse. Estaba a punto de levantarme cuando unos pasos me sorprendieron, tanto por su cercanía como por su sorpresiva aparición. ¡No estaba sola en este infierno! Solo esperaba que mi acompañante no hiciera más pesado el viaje de lo que ya era.
Mis ilusiones estaban infundadas, porque la persona que caminaba por el pasillo con aspecto arrogante era un chico, con un cabello que no se decidía por ser rubio o castaño claro, con un rostro atractivo pero petulante que arruinaba sus hermosas facciones. Me tensé de inmediato y busqué el apoyo de mi varita, aunque aparenté tranquilidad y le sonreí al recién llegado.
- Halsten, toda una sorpresa. ¿No tendrás algo que puedas regalarle a una pobre alma hambrienta? Un pastelito estaría bien.
Y, si mi suerte no podía empeorar, tenía que entregarle mi trabajo escrito al profesor, que había salido corriendo del aula como si hubieran anunciado que los elfos habían preparado un buffet especial digno de Merlín, y ahora estaba perdida y deambulando por los solitarios pasillos, a la espera de que un milagroso letrero anunciara con letras grandes y de color neón “Despacho del profesor de Pociones”. Pero bueno, la vida no es como uno espera y tampoco es una máquina de conceder deseos. Cansada, me senté junto a una de las grandes paredes de húmeda e incómoda piedra, meditando en la cantidad de líos que me había metido.
- No puedo estar tan lejos de la salida, llevo seis años aquí y es patético que me pierda
Suspiré, mirando hacia una esquina que probablemente me llevaría a otro callejón sin salida que sería igual de imposible de superar. Desee tener mi paquete de cigarrillos conmigo, porque así al menos mataría al tiempo con una linda intoxicación por monóxido de carbono, pero el director me había comentado que fomentar ese tipo de adicción tan… mugglesca era repulsivo, por lo que estaba confinada a disfrutar de mi buena dosis de nicotina a solas en mi cuarto. Lo único que me quedaba era seguir dándole vueltas a este laberinto de Dédalo, esperando milagrosamente encontrar la salida y no a un horroroso minotauro peludo y sin bañarse. Estaba a punto de levantarme cuando unos pasos me sorprendieron, tanto por su cercanía como por su sorpresiva aparición. ¡No estaba sola en este infierno! Solo esperaba que mi acompañante no hiciera más pesado el viaje de lo que ya era.
Mis ilusiones estaban infundadas, porque la persona que caminaba por el pasillo con aspecto arrogante era un chico, con un cabello que no se decidía por ser rubio o castaño claro, con un rostro atractivo pero petulante que arruinaba sus hermosas facciones. Me tensé de inmediato y busqué el apoyo de mi varita, aunque aparenté tranquilidad y le sonreí al recién llegado.
- Halsten, toda una sorpresa. ¿No tendrás algo que puedas regalarle a una pobre alma hambrienta? Un pastelito estaría bien.
Re: Veni vidi vici [Halsten Vagnes]
Apenas eran sus primeros días en Hogwarts, sin embargo eso no le impidió empezar a husmear por doquier, quería encontrar algo en ese castillo que pudiera entretenerle, porque definitivamente las clases no eran algo divertido. Solía pasar las tardes vagando por el castillo, a veces molestando a los pobres incautos que se atravesaban en su camino en su deambular por el colegio, a veces solamente caminando sin rumbo fijo. Debía reconocer que se había perdido un par de ocasiones, y que a en algunos momentos prefería salirse a vagar que entrar a clases, pero con forme pasaban los días el hastío se expandía en su ser, al no encontrar nada en Hogwarts que mereciera su atención.
Era medio día y se encontraba en las mazamorras, tenía la ligera sospecha que cerca de ahí había un nido de víboras y uno de tejones, debía admitir que de todos los estudiantes de Hogwarts, los Slytherin eran los que le parecían más tolerables debido a la ideología purista que solían tener la mayoría de sus miembros, y por eso encontraba irónico el hecho de que, al parecer, los tejones pudieran tener su sala común cerca de la casa que los despreciaba por ser impuros. Sonrió divertido, cuando al otro extremo del pasillo pudo ver a una cabellera roja acercarse hacia él, ¿Sería otra de la manada Weasley? "¡Por Merlín esa familia se reproducía como conejos!", pensó con cierto hastío, pese a eso la joven podría usarla para divertirse un rato, después de todo, molestar a alguien siempre lo animaba de cierto modo. Se encaminó hacia ella, enarcó una ceja ante la sonrisa de la pelirroja y su entrecejo se frunció ante la familiaridad con que le habló. ¿La conocía? Solamente sabía que era de Ravenclaw porque el color de su corbata la delataba, sin embargo, no recordaba haber hablado con ella. Terminó sonriendo burlonamente ante su comentario, y se cruzó de brazos evaluándola con la mirada.-¿Acaso tengo colgado un letrero de beneficencia, Madden?-preguntó enarcando una ceja, recordándola... se la había topado en casi al principio del curso, y ni siquiera había sido un encuentro agradable.-Además... ¿no se supone que los elfos domésticos como tú son los que deben servirnos a nosotros los magos?-agregó sin poder, ni querer evitarlo, sus ojos brillaban delatando la diversión, y su sonrisa era ciertamente burlona.
Era medio día y se encontraba en las mazamorras, tenía la ligera sospecha que cerca de ahí había un nido de víboras y uno de tejones, debía admitir que de todos los estudiantes de Hogwarts, los Slytherin eran los que le parecían más tolerables debido a la ideología purista que solían tener la mayoría de sus miembros, y por eso encontraba irónico el hecho de que, al parecer, los tejones pudieran tener su sala común cerca de la casa que los despreciaba por ser impuros. Sonrió divertido, cuando al otro extremo del pasillo pudo ver a una cabellera roja acercarse hacia él, ¿Sería otra de la manada Weasley? "¡Por Merlín esa familia se reproducía como conejos!", pensó con cierto hastío, pese a eso la joven podría usarla para divertirse un rato, después de todo, molestar a alguien siempre lo animaba de cierto modo. Se encaminó hacia ella, enarcó una ceja ante la sonrisa de la pelirroja y su entrecejo se frunció ante la familiaridad con que le habló. ¿La conocía? Solamente sabía que era de Ravenclaw porque el color de su corbata la delataba, sin embargo, no recordaba haber hablado con ella. Terminó sonriendo burlonamente ante su comentario, y se cruzó de brazos evaluándola con la mirada.-¿Acaso tengo colgado un letrero de beneficencia, Madden?-preguntó enarcando una ceja, recordándola... se la había topado en casi al principio del curso, y ni siquiera había sido un encuentro agradable.-Además... ¿no se supone que los elfos domésticos como tú son los que deben servirnos a nosotros los magos?-agregó sin poder, ni querer evitarlo, sus ojos brillaban delatando la diversión, y su sonrisa era ciertamente burlona.
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