Letters to Lily - Dominique A. Weasley

❝ Letters to Lily

Cierto Viernes de Septiembre - 5:00 pm

Los ojos pardos de la bruja estaban perdidos en el montón de cartas que tenía en las manos, esas cartas que se le habían ido acumulando a lo largo de los años. Lillian era tremendamente desordenada, cada vez que recibía algún papel lo guardaba suelto dentro de su bolso o lo metía dentro de alguno de sus libros de téxto, pero siempre acababa olvidándose dónde los había metido por lo que podían pasar meses antes de que realmente leyera lo que decía la carta. Aquella tarde, mientras consultaba algunos libros en la bibloteca para su tarea de Herbología, se había dado cuenta de cuántos papeles se le habían juntado dentro de su libreta. Y es que hacía semanas que Lillian no abría ese pequeño cuaderno en el que desahogaba su imaginación, una cosa un poco extraña en ella, pero había estado extremadamente ocupada con los estudios y las prácticas de quidditch. Las había dejado de lado por varios minutos, a todas esas cartas viejas, pero la curiosidad la estaba matando, por lo que había juntado todas sus pertenencias y se había largado de la Bibloteca. No era un lugar que le gustara demasiado, después de todo, pues la biblotecaria la hacía callar cada dos por tres. Demasiado silencioso, demasiadas reglas, Lily odiaba ser controlada.

Mientras traspasaba las grandes y elegantes puertas de la gran habitación, sus manos sacaban todos esos papeles acumulados en la libreta, que había dejado afuera, a la luz. Cartas de mamá, una que otra de los abuelos, una de James, una nota que se había pasado en clase con Alice y una carta de Lorcan Scamander. Un segundo ¿Una carta de Lorcan Scamander? La pelirroja parpadeó rápidamente, volviendo a mirar. No recordaba esa carta ¿Porqué? El año pasado su yo de catorce años había estado obsesionada con el gemelo, era imposible que no se acordara de haber recibido una carta de él. Desenvolvió el pergamino con rapidez, curiosa, revelando frente a sus ojos la cursiva enrulada de Lorcan. Los labios de la pelirroja se curvaron hacia arriba al leer el contenido de la misiva. En la carta la felicitaba por su cumpleaños, por su último cumpleaños. Escuchó pasos cerca de ella y se apresuró a enrollar el pergamino, o al menos eso intentó. Había mucha gente chismosa en Hogwarts y Lillian sabía que si alguien la encontraba mirando ese pedazo de papel como una idiota, el rumor correría. Y no es que la pequeña Potter le temiera a los rumores, le encantaban, pero no cuando se trataba de sentimientos de ese tipo. Además, Lorcan era cosa del pasado, Lily se había resignado.

Cuando levantó la vista, se topó con una rubia que se le acercaba. La reconoció ¿Como no hacerlo? Era la perfecta Dominique. —¡Hola, Domi!— La saludó fingiendo que no pasaba nada, mientras intentaba volver a meter todos esos pergaminos en la libreta. —¿Me buscabas? ¿Necesitas algo? Porque ya sabes que puedes pedirme lo que quieras, incluso indicaciones, sé que Hogwarts puede resultar algo confuso, sé que no estás acostumbrada a un colegio de tales dimensiones— Le dijo, sonriente. Lily realmente no tenía ni idea de como era Beauxbatons, hablaba por hablar nada más, porque era lo primero que se le venía a la cabeza. En aquel momento de distracción, cuando sus ojos se posaron en el rostro de su prima, todo lo que llevaba entre las manos fue a parar al suelo. "Torpe, Lillian, pero si eres una torpe" se reprendió la bruja mientras se agachaba a levantar sus pertenencias.

❝ You can't tell anyone

Lily L. Potter · Septiembre · 17:00 hrs · Pasillo Desconocido (?)

Las endemoniadas escaleras solían jugarme horribles bromas, tanto así que comenzaba a pensar que tenían conciencia propia y sólo esperaban a que apareciese para cambiar de posición. ¿Por qué no le pasaba a alguien más? Aquella vez me dirigía a la Biblioteca, pero por uno de sus usuales movimientos, terminé en un pasillo desconocido, ni siquiera recordaba haberlo recorrido una sola vez. O quizá era que todos los pasillos lucían exactamente igual al anterior. Intenté orientarme, caminando con la mano derecha sobre la pared, en busca de otra escalera que me dejase bajar o cualquier cosa, terminando así en otro corredor exactamente igual. Comenzaba a inquietarme, molestarme incluso, puesto que jamás me habría pasado algo similar en mi otro colegio. De cualquier forma, no me daría por vencida, en algún momento daría con una salida y podría regresar a los Invernaderos.

No era demasiado tarde, ni demasiado temprano, por lo que parecía extraño no toparme con nadie e incluso poder escuchar el resonar de mis pasos en los altos techos del castillo. De repente, algunas vocecillas comenzaron a unirse al coro, intenté ver desde donde provenían pero no lograba ver a nadie, hasta que me percaté de un movimiento en uno de los cuadros. Me acerqué con cautela, examinando a la persona retratada en él, quien me regresó la mirada y, de la nada, comenzó a hablar - Oh.. monsieur, disculpe. ¿Podría decirme donde me encuentro? - pedí con amabilidad, pero sin recibir mucha ayuda a cambio, puesto que sólo murmuraba cosas acerca de la guerra, su prometida y algunas cosas ininteligibles. En vano esperé que dijese algo útil, pero durante esa espera, escuché unos pasos acercándose al punto donde estaba posicionada. Giré la cabeza hacia donde creí era el origen y, después de unos minutos, divisé la menuda figura de una pelirroja - Lily. Cheri. - espeté con evidente alivio, acercándome hasta ella para poder depositar un beso en cada una de sus mejillas a modo de saludo - Que bueno es encontrarte... estaba volviéndome loca, el cuadro no decía nada interesante y no sé donde estoy - me apresuré a ponerle al tanto, haciendo mi acento un poco más notorio por la celeridad de mis palabras. No me detuve en ningún momento a revisar si estaba captando todo lo que salía de mi boca, pero estaba ahí al menos - Todo este colegio es un laberinto. Beauxbatons era grande, claro, pero las escaleras no se movían - finalicé mi queja soltando un suspiro cansino, alejándome apenas un poco de mi pequeña prima.

Noté entonces que una serie de papeles resbalaron de su agarre, desperdigándose por todo el piso - Oh la la, déjame ayudarte - le ofrecí, puesto que probablemente aquel descuido pudo haber sido debido a mi súbito acercamiento, incluso, cuando la saludé, parecía un poco nerviosa. Me agaché a recoger los que se encontraban un poco más lejos de la pelirroja y, para mi sorpresa, reconocí la caligrafía de una de las cartas, lo cual me provocó una sonrisa ladeada y que rodase los ojos - Todos estos años y no puede mejorar sus trazos, pareciera que tiene cinco años - murmuró, apartando el papel del resto que tenía en manos, sin leer realmente nada de la misiva, sólo la firma. Se giró para entregarle los pergaminos a su prima y soltó un ligero suspiro - Si ves a Lorcan, deberías sugerirle que practique su letra - comentó conteniendo una risa, al mismo tiempo que le dedicaba un guiño a Lily. No le gustaba para nada no hablar con los rubios Scamander, mucho menos le hacía gracia que en algún momento una carta con esos mismos rasgos hubiese llegado a Beauxbatons en sus primeros años, sin obtener una respuesta a cambio. Se había comportado mal con aquellos gemelos, pero no pude actuar de otra forma, pues de lo contrario me habría doblegado como casi sucede al recibir la lechuza de Lorcan. No podía arrepentirme de mi decisión, aquello era impensable - ¿Lo.. lo ves muy seguido? - pregunté con intencionada curiosidad, pero sin intentar parecer demasiado interesada - a Lorcan, quiero decir - añadí. Si hubiese llegado un año antes, podía haberme cruzado con él por estos enormes pasillos. Quizá era mejor que ahora estuviese fuera, en la Academia al igual que Lysander.

—Oh, las escaleras, sí... Una vez, en mi primer año, casi caigo hacia mi muerte por culpa de esos estúpidos escalones.— Exageró la pequeña Potter mientras se apresuraba a recoger varios de los papeles que se le habían caído de las manos. —Y sí, claro, tienes razón, es un jodido laberinto, lleva meses acostumbrarse.— Jamás había comprendido como no es que a los estudiantes nuevos no les daban un mapa, simplemente les entregaban sus horarios y los dejaban a su suerte. Era como meterlos en medio de un bosque y decirles: Encuentren la salida. Buena suerte. Para nada considerado, creía Lils. Muchos de los pequeños llegaban tarde a clases debido a que se perdían, no era algo extraño. Se dijo que más tarde debería sugerirle a McGonagall que implementar mapas para los recien llegados, aquello le facilitaría la vida a todos los de Beauxbatons y Durmstrang.

Cuando acabó de levantar los papeles a su alrededor, ya que Domi se había ocupado de los más lejanos, se puso de pie. Escuchó a su prima murmurar algo sobre la caligrafía de alguien, pero no estaba muy segura de qué carta estaba hablando. Ciertamente podía estar refiriendose a James, que tenía una letra horrenda, o a Hugo. Lily soltó una carcajada nerviosa al oír la frase que escapó de los labios de la rubia. "Si ves a Lorcan, deberías sugerirle que practique su letra". Por Merlín, si la pelirroja hubiera sido de esas personas que se sonrojaban todo el tiempo, definitivamente sus mejillas se hubieran vuelto color carmín. ¿Acaso Dominique pensaba que ella veía al muchacho constantemente? "Si supieras, Dom, si supieras" pensó Potter. —Eh... No creo que pueda mejorarla ya— Se encojió de hombros y, al oír la siguiente pregunta de su prima, la miró como si estuviera loca. —¿Eh? No, claro que no.— "Pero me gustaría" murmuró una voz en su cabeza. —Solamente me lo cruzo de vez en cuando. Ya sabes, es uno de los mejores amigos de James y... bueno, sus padres son amigos de los mios y eso.— A la pecosa definitivamente le hubiera gustado verlo más seguido, incluso si eso significaba recordarse a si misma que él era un capricho que no podía tener. Porque sí, eso era, una especie de capricho, porque ciertamente Lillian no estaba enamorada de él o algo por el estilo. Es que Lily tenía esa manía de conseguir todo lo que se proponía y Lorcan Scamander no era algo fácil de obtener.

Saber que mi prima me entendía era un alivio, empezaba a pensar que era la única rara cuyo nulo sentido de la orientación le jugaba una broma pesada. Su advertencia sobre el tiempo que tomaría acostumbrarme a sus escaleras y sus constantes cambios me preocupó un poco, odiaba deambular sin rumbo por los pasillos, era como andar a ciegas en el Bosque Prohibido. Arrugué levemente la nariz - Espero poder adaptarme más rápido - comenté con sinceridad. No soportaría mucho tiempo así, y era un poco vergonzoso, a decir verdad. No, no. Había hecho cosas más difíciles, claro que podía averiguar en un menor tiempo al habitual el patrón de movimiento de lo que se convirtió en mi némesis.

Me dí prisa en recolectar las hojas esparcidas por el piso, encargándome de las que se habían deslizado en mi dirección. Cuando dí con una caligrafía conocida comencé murmurar cosas que no estaba segura que Lily podía escuchar, pero que quizá no tendrían demasiado sentido para ella de hacerlo. Por su memoria desfilaron imágenes de cuando era niña, sobre todo de un par de chicos rubios que pasaban la mayor parte del tiempo con ella, de un momento en el que el más callado de los dos trataba de enseñarle las letras, mientras el otro se burlaba de mis fallas y provocaba sonrojos en mis mejillas - Aquí tienes, Lily - musité dejando en sus manos mi botín, esbozando una sonrisa ladeada que intentaba guardar la nostalgia que aquella escena me provocó. Su comentario me hizo reír un tanto - ¿En serio crees que sea así? De cualquier manera deberías decirle, nunca conseguirá novia si le escribe cartas ilegibles - me burlé, utilizando un tono más jovial del que hubiese deseado. De cualquier forma, mi curiosidad pudo más y terminé preguntando por el protagonista de mis fresca sesión de recuerdos - ¿No? Bueno, lo entiendo, es que como te escribió y.. no creo que sea de esas personas que escriben porque sí, era muy vago cuando niño, ¿sabes? - comencé a soltar sin reparo. Soltando ligeras risas entre algunas líneas.

Habían sido buenos momentos, una de las cosas que me retenían aquí, por ello debí cortarlo de raíz. No podía quedarme, no podía hablar más con los Scamander - No he sabido mucho de él, ¿qué ha hecho? Está en la Academia ya, ¿no? ¿Sabes que estudia? - las preguntas también salieron sin pensar. ¿Le incomodaría a la pelirroja contestarme? Carraspeé para volver a mi gesto sereno y le miré con cierta timidez - Disculpa, no quiero incomodar - añadí. De pronto había olvidado que hacía ahí, a donde me dirigía o siquiera de qué forma inicié la conversación con la pequeña Potter. ¿Por qué ella sabría las respuestas a mis interrogantes? Era un poco absurdo, a decir verdad.

"Gracias" murmuró la jovencita Potter cuando la rubia le tendió el pilón de cartas y notitas que había recolectado y se apresuró a meterlo dentro de su libreta, aprovechando la oscasión para quitar su mirada de encima de la de su prima. La risa de Dominique la relajó un poco, pero ella jamás admitiría que se había tensado ante el nombre de Lorcan Sacamander. Por favor, Lily Potter jamás se ponía nerviosa, jamás se avergonzaba. —Oh, de hecho si lo creo. En mi opinión uno no puede mejorar su caligrafía después de la adolescencia, aunque puede que sea simplemente una hipótesis mia. Y no te creas, pues sé de muchas que le andan detrás.— Soltó la pelirroja, la última frase muy a su pesar. Que sí, muchas muchachas estaban locas por Lorcan, pero le servía de consuelo saber que él no parecía hacerle caso a ninguna. ¿Acaso jugaba para el otro equipo? Porque, de otra manera, la chica no encontraba explicación para que él ignorara su deslumbrante sonrisa y perfecta fisonomía. ¿Mucho ego? Tal vez, pero qué más daba. —Tal vez ha cambiado, o tal vez se sintió obligado a hacerlo ¿Necesito explicarte el porqué? Creo que lo puedes suponer, por la relación de nuestras familias.— Confesó después de un minuto, dándole voz a una de las cosas que temía. No quería que Lorcan Scamander le escribiera por obligación, quería que le escribiera si le salía del corazón, si tenía ganas de hacerlo, pero seguramente se trataba de lo primero. Y no, no estaba tratando a Nique de tonta, es que muchas de las cosas que decía Lily podían sonar hirientes, pero ni siquiera tenía esa intención. Bueno, la mayoría de las veces.

—Ay, Dominique— Lillian sostuvo la libreta contra su pecho mientras sacudía su mano libre ligeramente, quitándole importancia. Por favor, no estaba incómoda. —Por supuesto, está allí. Estudia Letras, me parece. Si me lo preguntas a mi, me lo veía venir, digo, ya que tenía la influencia de Luna y todo eso— Murmuró a continuación. Le encantaba saber cosas y admitir frente a los demás que tenía conocimientos que ellos no.

Una delicada risa escapó de mis labios por el comentario de mi prima. La opinión que tenía sobre la irremediable mala caligrafía de Lorcan me causaba gracia, pues cuando éramos pequeños solía corregirle los trazos e incluso al leer su carta podía constatar que algunas de sus letras permanecían tal como le indiqué alguna vez que debía marcarlas. Sonreí de costado y negué suavemente — Si van detrás de él será por su físico, o quizá porque sigue siendo el tipo de persona que agrada a todo mundo — comenté al aire, pues realmente no tenía la más mínima idea si el Lorcan de mis recuerdos continuaba siendo así en la actualidad — pero te aseguro que más de la mitad huiría después de darse cuenta de lo ilegible que sería una carta de amor escrita por él — dije a modo de broma, soltando una pequeña risa que sosegué cubriendo mi boca con el dorso de mi mano. Ese tipo de detalles ya no solía usarse y lo sabía, pero lo más gracioso resultaba de la imagen en mi mente de mi amigo de la infancia intentando redactar algo similar.

Las siguientes palabras de Lily me sorprendieron un poco, podía decir con seguridad que la niña pecosa que dejé hacia unos años estaba desapareciendo poco a poco y cada vez veía más en ella rezagos de tía Ginny. Mas no lo mencionaría, pues no tenía idea de la reacción que obtendría por una observación similar — Claro, las personas pueden cambiar... — susurré, con un poco más de pesar del que hubiese estado cómoda de mostrar. Cambiar. Yo le había obligado a cambiar al desaparecer así, yo había provocado su cambio de actitud pero era tarde para arrepentirme — No creo que haya sido obligación, pues de ser el caso no hubiese escrito más de dos renglones y casi puedo confirmar que casi termina dos cuartillas en tu escrito. Seguro te tiene aprecio, Lily — confirmé, intentando ver algo en el rostro de ella, un ligero atisbo de una sospecha que creció de pronto. ¿Acaso ellos tendría ese tipo de relación? Por alguna razón había sentido la necesidad de tranquilizarle, ¿por qué?

Las interrogantes surgieron sin poder controlarla, no esperaba respuestas detalladas ni buscaba inmiscuirme en la vida de aquel rubio. Sin embargo era lógico conservar un poco de curiosidad por lo que la vida había preparado para alguien que solía ser tu mejor amigo. Me sentía un poco egoísta por centrar la conversación en él, pero ya intentaría desviar el tema, o ese era el plan. De cierta forma me aliviaba no molestarle y que me brindase la información de buena manera — ¿Letras? No puedo negarte que me sorprende un poco, pero creo que lo hará bien siempre que utilice un vuelapluma — bromeé por lo irónico que se había tornado el asunto, iniciando por hablar de su maltrecha letra y que estuviese en dicha Academia representaba una ironía clara y concisa — Lo hará bien, seguramente — añadí para intentar dar por zanjado el tema de mi ex-amigo, pues de no ser así terminaría indagando por el paradero de su gemelo y ese podía ser mi talón de Aquiles. Observé a la pelirroja y le dediqué una media sonrisa — ¿Qué hay de ti, Lil? ¿Ya has pensado en que te gustaría entrar al terminar Hogwarts? — pregunté un tanto más relajada. Cualquiera que fuese su respuesta me ayudaría a enfocar la charla en otra dirección.