"Visita a unos amigos y un encuentro inesperado" ~ Lily L. Potter

❝ Visita a unos amigos y un encuentro inesperado

Lily L. Potter · 23 de diciembre · Mediodía · -2°C

Había salido del Callejón Knockturn con una interesante colección de criaturas híbridas incautadas. El trafico de ese tipo de criaturas crecía a paso agigantados, algunos eran realmente peligrosos, mientras que otros solo eran algunos intentos de motivos divertidos para las festividades. Cuando dos de sus miembros se encargaron de llevar a las criaturas al ministerio donde el martirio de los pobres animales no acabaría, ya que se verían expuestos a una exhaustiva investigación, él se dirigió al Caldero Chorreante ya que estaba de paso, los Longbottom era una familia amiga y nunca estaba de más poder cruzar algunas palabras con ellos, hacer catarsis de la vida laboral.

Entró a la taberna, donde el calor lo acogió de forma benévola. La ventisca de afuera alborotó los cabellos de las personas más cercanas a la puerta, y él la cerró de inmediato, haciendo un gesto de disculpa ante las feas miradas que se dirigieron involuntariamente hacia él. Alzó la mirada para buscar a Hannah o Neville mientras se limpiaba la nieve que había caído en su abrigo, pero no llegó a ver a nadie. La dueña del lugar debía estar ocupada. Sin embargo se su mirada se topó con una cabellera rojiza que le resultaba familiar. No sabía a quién de la familia Weasley pertenecía pero debía ser alguna de ellos. Se acercó a la mesa, y advirtió al verla de frente que era la hija de Harry, sonrió hacia ella-. Lily -saludó con voz afable, o eso pretendía, pero el largo silencio que había mantenido camino a la taberna, hizo que su voz sonara más ronca, se aclaró la garganta-. Buenos días. -añadió mientras buscaba con la mirada a algún otro miembro de aquella extensa familia. ¿Pero no debía estar ella en la escuela?, pensó para sí, volviendo su mirada hacia la joven. Pero por supuesto vivía en la luna: estaban de vacaciones.

El rítmico sonido del tamborilleo de sus dedos contra la mesa era lo único que la mantenía postrada en la mesa. Hacía ya veinte minutos que esperaba a Alice, su mejor amiga, quién le había enviado un mensaje de téxto - sí, las brujas también usaban celulares cuando estaban fuera de Hogwarts- diciendo que regresaría pronto de hacer unas compras de último minuto en el Callejón Diagon y que la esperara allí, en el Caldero Chorreante, que pertenecía a su familia. Lily estaba irritada, irritada por tener que esperar tanto, porque más de quince minutos para ella ya eran un montón, y porque había quedado con Alice para ir a jugar bolos, un deporte muggle muy divertido que no jugaba hacía años, desde antes que salieran de vacaciones. Usualmente la chica Potter no era muy organizada, pero cuando se trataba de cosas que le interesaban, se ponía extremadamente ansiosa cuando la fecha se iba acercando. Por lo que sí, había citado a Alice aquel día, el 23 de Diciembre, para comer allí y luego ir a la bolera, hacía como unas tres semanas atrás. Menos mal que no había tenido que esperar afuera, dónde el frio era insoportable. Y gracias a Merlín Frank, el hermano de Alice, la había visto llegar y le había regalado una porción de papas que habían servido para mantener su estómago entretenido. De lo contrario, Lily no tenía ni idea de como habría hecho para soportar la eterna espera.

Una voz la sacó de su malhumor y la hizo levantar la vista. —¡Señor Scamander!— Saludó la pequeña pelirroja, olvidando rápidamente su enojo, no podía estar molesta con Alice por mucho tiempo y, además, el señor Scamander no tenía nada que ver. Al ver que los ojos del hombre merodeaban por el lugar, volvió a hablar. —Si está buscando a Hannah o a Neville, no están. Han ido con Alice al Callejón Diagon, algo sobre compras navideñas, ya sabe, se acercan las fiestas.— Explicó Lillian y sonrió. Los Longbottom habían dejado a cargo a dos empleados más del Caldero, junto con Frank. Faltaba apenas un día -unas horas si se contaba las que ya habían pasado de ese día- para Nochebuena y las festividades eran una de las cosas preferidas de Lily Potter, sobre todo porque le daban regalos y muchos muchos dulces.

Volvió la mirada hacia la pelirroja y sonrió frotándose la barba-. Es cierto, es difícil olvidarlo cuando los negocios del Callejón te lo recuerdan a cada paso -sonrió de lado y señaló la silla como pidiendo permiso para tomar asiento, se sentó mientras se quitaba la bufanda, el calor del lugar podía ser sofocante con tanto abrigo-, sin embargo, lo hago -continuó negando con la cabeza, era un caso perdido, Lily podía habérselo recordado ahora, pero minutos más tarde mientras caminara pensando en su trabajo o en otras cosas, podría olvidarse de en que tiempo vivía. Finalmente se fijó en la joven, mientras se desprendía su abrigo, para estar más cómodo y dejaba la bufanda sobre el respaldo de su silla.

- ¿Cómo está tu familia? -preguntó mirándola con curiosidad, hacía tiempo que no veía a Herry, ni a su esposa. Sobre todo al padre de la joven lo veía en el ascensor del ministerio, era casi imposible no cruzarse con sus colegas allí. Pero ahora en navidad, estaba casi seguro de que se verían, eran épicas las festividades de los Weasley, y Luna como gran amiga de la familia que era, solían invitarla siempre. Sonrió a la joven que se acercó para pedir su orden. No se molestó en mirar mucho lo que había, se conformó pidiendo el plato del día con un bebida sin alcohol, ya que debía volver al trabajo.

—¡Es verdad! ¡Adoro las decoraciones navideñas! Y.. Oh, si, por supuesto que puede sentarse.— Le permitió la muchachita que realmente se había cansado de estar allí sentada, sola, sin poder hablar con nadie. Es que una de las cosas favoritas de Lillian era ejercitar su lengua hablando hasta más no poder. Tenía muchas opiniones e ideas, muchos comentarios por hacer y vivencias que compartir. Lily Potter no podía cerrar su gran bocota por más de media hora. —Oh— Murmuró simplemente cuando el señor Scamander le confesó que en ocasiones olvidaba en qué tiempos vivían. ¿Como podía uno olvidarse de que Navidad se acercaba? Ser un adulto debía ser sumamente extresante como para poder llegar a olvidar aquello. Lils se prometió internamente que jamás llegaría el día en el que sintiera indiferencia o no recordara las festividades. No quería perder esa emoción que le causaba festejar el Año Nuevo o incluso la llegada de la primavera, quería conservar eso, quería conservar esa parte de la niña que aún vivía en ella.

La siguiente pregunta no la sorprendió en lo absoluto. De haber sido otra persona la que se interesaba por sus familiares, Lily se habría enojado, pero los adultos y amigos de sus padres siempre preguntaban por ellos, no era algo que se pudiera evitar. Además, el señor Scamander no preguntaba por el gran Harry Potter, simplemente preguntaba por su amigo Harry. —Perfectamente, felices de tenernos en casa por las fiestas— Contestó educadamente la pelirroja y observó mientras su acompañante pedía a la camarera. Era algo extraño estar hablando con el padre de Lorcan y Lysander sin ningun otro miembro de su familia o ellos mismos presentes. ¿Como se suponía que Lily debía actuar frente a Rolf? Si es que le había gustado Lorcan desde que estaba en segundo año y, a pesar de que fuera cosa del pasado, no estaba muy segura de como ocultarlo frente al señor Scamander. Si le hablaba sobre los gemelos, temía soltar algo que no debía decir o que su expresión la delatara. —Y... Me imagino que su familia también está bien.— Soltó la bruja para desviarse de sus pensamientos. —¿Ha comprado ya todos sus regalos? Este año yo hice mis compras navideñas temprano. Bueno, temprano comparado con otros años.— Comentó y soltó una carcajada.

Sonrió levemente a la emoción de la chica por los arreglos navideños, aunque se mantuvo callado sin saber que más agregar. No se le daban muy bien las conversaciones, y cuando las preguntas de rigor se acababan le costaba un poco más pensar en que más decir. Lamentaba que Luna no estuviera allí con él, ella siempre tenía cosas interesantes que aportar a una conversación, aunque a veces eso provocara silencios incómodos que ni él, ni su esposa parecían notar-. Imagino que deben estar felices -asintió, y bajó la mirada a la mesa, una sutil sonrisa se formó en sus labios al pensar en su esposa y las ocurrencias de ella para mantener una conversación. Asintió pensativo y alzó nuevmante la mirada hacia la chica cuando le devolvió su pregunta a modo de afirmación-. Sí, están bien -asintió, sus hijos con el asunto de la academia pasaban poco tiempo en casa, y en las vacaciones parecían aprovecharlas para salir con sus amistades-. Los chicos en la academia, aunque ya están de vacaciones también. Y Luna continúa dirigiendo su editorial incansablemente -el orgullo era evidente en su voz, aunque su mirada recorrió impasible el lugar observando a los demás comensales.

Cuando la joven retomó la conversación, agradeció que fuera una niña más avispada y pudiera llevar la conversación lo mejor posible-. Sí, ya los hemos comprado Luna y yo... -dijo apartándose un poco de la mesa, cuando la mesera regresó con su comida, la rapidez con las que se manejaban en el Caldero Chorreante siempre le había gustado. Parecían estar atentos a las necesidades del cliente, la mayoría de ellos provenían de los mismo negocios del Callejón Diagon que se daban un descanso a la hora del almuerzo-. Gracias -murmuró hacia la mesera, antes de volver la mirada hacia Lily-. Ella parece tener un don para comprar lo apropiado... -confesó volviendo al tema antes de que la mesera los interrumpiera. Él no tenía ni idea de que comprarle a sus hijos, nunca había sido muy cercano a ellos, y aunque no era indiferente a sus hijos, le costaba más saber que elegir para los gemelos. Cortó la carne observando que no estuviera muy roja, antes de llevárselo a la boca. Tragó y miró nuevamente a la pelirroja, pensando en que quizás a Luna le gustaría la idea de invitar a los Potter a cenar, ella siempre estaba feliz de reunirse con sus amigos, y él no podía más que preocuparse por su felicidad. Pero no quería comprometer a la joven, debería hablar con su padre. Frunció el ceño mientras cortaba otro pedazo de carne-. Hace mucho que no hablo con tu padre fuera del trabajo, y creo que a Luna le gustaría verlos. -alzó la mirada pensativo, y asintió finalmente como si hubiese tomado una decisión-. Me gustaría invitarlos a cenar, ¿tienes idea de cuando sería apropiado? -preguntó con cortesía, quería darle una sorpresa a Luna.

La pelirroja sabía de la Academia porque sus primos y su hermano mayor asistían, por lo que también sabía que estaban de vacaciones y que probablemente que vería a los Scamander en la Madriguera para Navidad. —Si, lo sé, James me había comentado sobre las carreras que estaban estudiando Lorcan y Lysander— Murmuró y se pasó una mano distraídamente por la barbilla. —Lysander estudia profesorado ¿Cierto? Y... ¿Lorcan? ¡Ah, sí! Letras, Arte ¿Verdad?— Se hizo la tonta, sabía perfectamente lo que estudiaba el último chico, simplemente quería demostrar parcial desinterés y continuar con la conversación. Y oh, sí, su madre le había contado algo sobre la editorial que había abierto la esposa de Rolf, Luna, por quien llevaba su segundo nombre - en parte - y Lily podía ver el aprecio y orgullo que le tenía el hombre a su esposa detrás de sus ojos. —Me alegro de que estén bien, de veras.— Agregó sonriente la encantadora chica Potter, que había olvidado acotar algo sobre eso.

Milagrosamente, cerró la boca durante unos segundos mientras la camarera colocaba la comida frente al señor Scamander, irrumpiendo la conversación por unos cuantos minutos. Sus ojos viajaron momentaneamente a la puerta, esperándo la llegada de Alice, que no parecía estar a punto de aparecer en un futuro cercano. La pecosa asintió al oír el elogio que le hacía el hombre a su esposa. Era cierto, Luna siempre sabía que regalarle a todo el mundo. Recordaba especialmente un regalo que le había hecho para su decimotercero cumpleaños, una bonita joyería que se parecía a aquella que ella misma usaba. A Lillian le había encantado. Una vez en Navidad, una de las primeras de la pequeña niña, también le había regalado unas gafas para ver criaturas especiales. Oh, sí, definitivamente la señora Scamander sabía dar obsequios fantásticos. Cuando su acompañante volvió a hablar, Lily volvió a prestar atención al mundo a su alrededor. Al oír hablar de su padre en los labios de la Gryffindor se encendió una sonrisa. No podía evitar sonreír al oír hablar de sus progenitores, se sentía orgullosa de ellos. Y ahí fue cuando la conversación dió un giro más interesante. —Oh— Soltó sin esconder su sorpresa. Le encantaría visitar a los Scamander, por supuesto, pero se quedó pensando unos segundos. —Estoy segura de que mi padre estaría encantado, señor Scamander, al igual que mi madre y mis hermanos... Oh y, claramente, yo misma. Yo... Creo que debería consultárselo, ya sabe, todos estan algo atareados con las festividades en la Madriguera y todo eso... ¿Estoy en lo correcto si asumo que este año ustedes también asistiran? La abuela Molly debería ya habérselos comentado, estoy segura.—

Asintió pensativo ante las elecciones de carrera de sus hijos y miró a la joven-. Sí, Lorcan parece querer seguir los pasos de su madre -murmuró, le había sorprendido más la elección de Lysander, después de todo el joven siempre había mantenido sus intereses para él. Aunque conocía la inteligencia de su hijo, imaginarlo a él dar clases era lo mismo que imaginarse así mismo ejerciendo el profesorado. Sonrió levemente, imposible pero si a su hijo le gustaba seguro que le iría mejor. No agregó nada más ante las palabras de la pelirroja.

Aprovechó para dar cuenta de su almuerzo, siempre era bueno darse una escapada al caldero chorreante, la comida era de muy buena calidad. Había lugares de comida más cercanos al ministerio por supuesto, pero no tenía comparación. Disfrutó de su comida y sonrió ante las palabras de la joven. Movió la cabeza afirmando-. Luna ya me ha comentado sobre la invitación que por supuesto ya esperábamos -sonrió y comió un poco más-. De todas formas si me cruzo con tu padre le preguntaré yo mismo -dijo encogiéndose de hombros, había sido uno de los pocos impulsos que solía tener, sabía que era algo oportuno pero si eso hacía feliz a su esposa era todo lo que importaba. Bajó la mirada al espacio vacío en la mesa frente a la joven- ¿Tú no comes nada? -preguntó extrañado mientras se llevaba el vaso a la boca-. ¿Quieres que pida algo para ti? -preguntó nuevamente, regañándose mentalmente por no haberlo pensado antes.

—Me parece una carrera muy interesante, ajá.— Murmuró. Lily amaba los libros y todo lo que tuviera que ver con el arte, incluso si no lo demostraba demasiado. Cada tanto escribía o dibujaba en su libreta, aquella que siempre llevaba consigo, pero no era nada público o serio, era más bien un pasatiempo. Recurría a su libreta cuando estaba aburrida. Se imaginó siendo escritora y en ese mismo instante supo que no era algo para ella. Podía gustarle muchísimo compartir sus ideas y opiniones oralmente, pero cuando escribía era algo sumamente personal, no podía verse publicándolo. Definitivamente no.

Una sonrisita se formó en los labios de la colorada al oír que ya estaba al tanto de la reunión en lo de sus abuelos. La Madriguera era toda una maravilla con las festividades, llena de personas, comida, decoraciones, risas y diversión. Lillian no creía que hubiera un mejor lugar en el mundo en el que pasar las fiestas, amaba estar con su familia y no era algo de lo que pudiera prescindir. —De acuerdo.— Soltó mientras asentía con cuidado, ciertamente no era ella quién para hacer planes que involucraran a todos los miembros de la familia. Además, James no estaba viviendo en casa y no podía comprometerlo en una fecha en la que tal vez estaba ocupado. No, claro, era mejor así, que el señor Scamander hablara con su padre. Seguramente encontraban un día que le venía bien a todos.

—Oh, no, muchas gracias.— Rechazó la oferta con educación. La verdad era que las papas fritas la habían llenado y no quería comer porque tal vez Alice llegara en cualquier momento y tendría que irse. Además, le daba algo de verguenza hacer que los demás compraran cosas por ella. Bueno, solamente cuando se trataba de adultos. —Espero a Alice— Se vió obligada a explicar, para no quedar mal frente al hombre. —Estoy segura de que estará aquí en cualquier momento.— Le aseguró mientras su mirada se volvía hacia la puerta una vez más. —Y... ¿Cómo va su trabajo, señor Scamander?— Preguntó simplemente para sacar conversación.