Lejos de todos | Vibeke Báthory

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Vibeke Báthory · Casa de las Plumas · 13:00 hrs · Día gélido

Uno de esos fines de semana, tras las vacaciones de invierno, en los que se nos permitía ir a Hogsmeade decidí hacer una compra necesaria, aunque bastante inusual tratándose de mí. La clase anterior mi pluma se había roto, de forma irremediable e irreparable, por lo que opté por comprar una yo mismo en vez de pedirla a casa. Mis padres me enviaban dinero, posiblemente mi madre en nombre de Gregory, lo suficiente para pasar los días en la Academia sin privaciones. A veces me parecía un poco incoherente tener que tomar notas cuando se suponía me estaba inclinando por la rama del deporte, pero al parecer la teoría también era importante para este nivel de educación.

Desde muy temprano el clima era sumamente frío, podría decir que sería uno de los días más fríos de todo el invierno. Tuve que colocarme un gorro, así como una bufanda y salir a enfrentar el intempestivo clima, inclemente y cruel que, apenas asomé el rostro al campo abierto, lo heló completamente y podía asegurar que mi nariz se había tornado roja. Por fortuna, durante navidades, a Hunter y a mí nos habían obsequiado un par de abrigos gruesos, con diferentes colores para identificarnos pero gemelos, como una broma común por nuestra condición de nacimiento. Aquello no me hizo mucha gracia, pero mientras estuviese lejos de él cuando la usase, todo estaría bien. Empecé a andar por el camino del que ya se habían encargado en limpiar y seguì hasta Hogsmeade.

Mi tienda de destino se encontraba del otro lado del pueblo, en una zona poco transitada por los alumnos que aun asistían a Hogwarts y mucho más aun por los que se encontraban en la Academia. Aunque no me hubiese sorprendido toparme, como era costumbre, con la pelirroja fastidiosa que solía parecer estarme siguiendo por todos lados. Al llegar a la entrada, empujé la puerta y me introduje en el interior, donde el viento no soplaba y pude deshacerme de la bufanda que usé para proteger la piel de mi cara. Frunciendo el ceño mientras colgaba mi abrigo a un costado de la campanilla de bienvenida. Miré alrededor analizando los anaqueles, había tantas cosas innecesarias para algo que sólo se utilizaba para escribir. Rodé los ojos. Compraría una pluma de faisán como todas las que siempre usaba, nada más, nada menos, y saldría de ahí.

Me encontraba frente a un anaquel, observando lo que se suponía compraría pero entonces una voz llamó mi atención. En realidad, parecía que la propietaria de aquella voz aguda intentaba retarme. Mi ceño se frunció mientras me giraba, enarcando una ceja para dedicarle una mirada poco amable que le indicase cuanto me gustaba que me hablasen con aquel tono. Al darme la vuelta me encontré con la figura menuda de una chica con la que me había encontrado anteriormente, al parecer sus padres eran amigos de los míos o algo similar, puesto que la primera vez que nos encontramos fue en la residencia de los Bulstrode, la cual recientemente fue conocida bajo el apellido Goyle — Vibeke, que gusto volver a verte — le saludé, con un poco más de brusquedad de la que me hubiese gustado demostrar ante ella, pero debía tener en cuenta que antes estaba dispuesto a encarar a quien fuese el que se dirigía a mí de forma tan molesta. No solía ser muy formal con los chicos menores, y aunque su apariencia me decía que debía tener un poco más de cuidado con ella, no era algo demasiado relevante para cambiar aquella costumbre.

Carraspeé y me encogí de hombros, intentando aligerar la tensión de mi rostro — ¿He hecho algo que te moleste para que utilizases ese tono conmigo? — pregunté con la mayor educación posible. Podría haber empujado sin querer a la chica, pues no solía tener muchas consideraciones por las personas que me rodeaban, sobre todo teniendo presente que la mayor parte de ellas no merecían siquiera que les dedicase un saludo, muchos menos mi respeto. Eché un vistazo alrededor rápidamente, en busca de alguien que le acompañase, aunque no parecía ser el caso — ¿Has venido sola? — añadí, subiendo una mano a mi cabello para alborotarlo ligeramente como tenía por manía. Al menos había encontrado compañía interesante en Hogsmeade, al que no pasaba con frecuencia.